Por Lucas Sandoval Palma (T.O) / Ariela Soto Bustamante y Claudia Ibáñez Cifuentes (Internas de T.O, Universidad Andres Bello)
Desde pequeños se nos enseña que el ser humano tiene cinco sentidos: la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición; pero con el paso del tiempo y basados en el desarrollo integral de los niños, se ha descubierto que existen otros dos sistemas que resultan fundamentales en el crecimiento de las personas: el sistema vestibular y el sistema propioceptivo. Sabiendo esto, podemos entender que estos siete sentidos, nos permiten interpretar y organizar la información que recibimos desde el exterior, para que así el mundo adquiera sentido y podamos actuar y/o responder a distintas situaciones. Esta es la conocida teoría de la integración sensorial.
¿Pero, de dónde viene esta teoría?
La primera persona en acuñar el término “integración sensorial” fue la Dra. Anna Jean Ayres, una terapeuta ocupacional americana, psicopedagoga y defensora de las personas con discapacidad, quién en los años 60 del siglo XX, planteó la idea de que la integración sensorial influye en los comportamientos y el aprendizaje más complejo de las personas. De esta forma, la teoría viene a explicar la relación entre el déficit de la interpretación de las sensaciones que recibe el cuerpo desde el medio ambiente y el cómo esto interfiere en el aprendizaje y desarrollo tanto académico como motor de los niños. En otras palabras, esta teoría permite entender por qué las personas se comportan de cierta manera y qué hacer en caso de que se presente algún tipo de dificultad sensorial.
Pero antes de que hablemos sobre las dificultades sensoriales, para poder entender mejor el tema, es importante que expliquemos más a fondo las funciones que tiene cada sistema sensorial en el cuerpo, qué es una respuesta adaptativa del cuerpo ante la información captada por dichos sentidos y cómo estas pueden influir en nuestro desarrollo como seres humanos:
- Partiremos con aquel sentido que pareciera ser el más importante a la hora de explorar el medio, es decir, el sistema visual. Este se relaciona con la capacidad de lograr el contacto visual, nos entrega información de los estímulos distantes, sobre nuestra orientación espacial y es crucial en funciones complejas de comunicación social.
- Por otro lado, el sistema auditivo nos permite percibir estímulos distantes y nos permite orientarnos en el espacio, al igual que el sistema visual, además de permitirnos comunicarnos con el resto.
- En cuanto al sistema olfativo y gustativo, podemos decir que están directamente relacionados, ya que ambos permiten la vinculación con otras personas y pares, nos protegen de sustancias nocivas y nos permiten la sensación del sabor y olor de los alimentos. De igual forma, es importante mencionar que al comer influyen la textura, el sabor, el olor e incluso si hay ruidos a nuestro alrededor o el cómo estamos situados al momento de comer.
-Respecto al sistema táctil, se encuentra localizado en toda la superficie de nuestro cuerpo gracias a la piel, controla la reacción ante todo lo que nos toca, regulando las respuestas a lo que nos rodea. Es crucial destacar, además, que este es el sistema sensorial más importante en el desarrollo de los reflejos primitivos en el ser humano, así como también en el vínculo afectivo y el apego emocional con los padres y/o cuidadores; y se encuentra directamente relacionado con uno de los nuevos sistemas que se mencionaron anteriormente: el sistema propioceptivo. Y ya que lo mencionamos, vamos a explicar qué hace este sistema y por qué es tan importante. Este sentido es aquel que, mediante una serie de receptores distribuidos por todo nuestro cuerpo, le hace saber a nuestro cerebro cuál es la posición que tenemos en el espacio, así como también qué movimientos hacen entre sí cada parte del cuerpo en relación a su base de soporte o centro.
Por su parte, el sistema vestibular, también conocido como aparato vestibular, se relaciona directamente con el equilibrio corporal y el control espacial, más específicamente, con el control ocular, y se encuentra formado por el oído interno del ser humano y su cerebro. Así, al momento de explorar el medio, el ser humano vive una experiencia multisensorial, ya que cada sentido no funciona por sí solo.
Finalmente, una respuesta adaptativa es una reacción apropiada en la que el individuo responde de manera exitosa ante una estímulo del medio y tiene directa relación con que el ambiente de desarrollo sea adecuado, motivante y rico en estímulos, permitiendo que el procesamiento sensorial genere esa respuesta adecuada. Cabe destacar que esta respuesta está, a su vez, asociada a la plasticidad neuronal, la cual se entiende como la capacidad de moldear el cerebro ante diversos estímulos del medio, modificando hábitos o conocimientos predeterminados y adquiriendo nuevos conocimientos; gracias a esta capacidad podemos transformar la información, codificando las neuronas para llevar a cabo diferentes tareas o actividades.
Sabiendo todas estas bases que desarrolló la Dra. Anna Jean, finalmente podemos hablar de las dificultades sensoriales y qué hacer cuando estas se presentan.
Debemos entender que algunas veces nuestro cerebro no logra integrar algunos estímulos del entorno de manera adecuada. Esto puede ocurrir porque el entorno en el cual nos desenvolvemos no está organizado de manera que podamos responder a la información captada por los sentidos y como consecuencia puede generar dificultades sensoriales, entendidas como el mal funcionamiento de la organización de la información dentro del sistema nervioso central, el cual no consigue organizar los impulsos sensoriales para poder dar una respuesta adecuada y precisa del individuo y de su ambiente. Así, podremos tener dificultades en la modulación de la información sensitiva que recibimos del exterior en la discriminación sensorial o pueden ser dificultades de base motora.
En detalle, cuando hablamos de la dificultad en la modulación, las personas pueden generar una hiperrespuesta o una hiporrespuesta ante el estímulo que reciben. La hiperrespuesta es cuando el individuo rechaza los estímulos porque le llega demasiada información sensorial y responden por encima de lo esperado para la actividad que se está realizando, ya que se sienten afectadas o sobrepasadas por los estímulos y hay una reacción defensiva o evitativa ante estos. Por otro lado, la hiporrespuesta es todo lo contrario, ya que la persona es buscadora de los estímulos porque pareciera no notarlos o tiene dificultad para reaccionar ante ellos.
Entonces, en resumen, el cerebro de algunas personas tiene dificultad para organizar y responder a la información captada por los sentidos. Ciertos sonidos, luces, olores, texturas y sabores pueden causar una sensación de “sobrecarga sensorial”; luces brillantes o intermitentes, sonidos fuertes, y ciertas texturas de prendas de vestir son algunos de los detonantes que pueden hacer sentir a los niños agobiados y molestos; o por el contrario pueden haber personas que busquen constantemente estímulos estando siempre en movimiento, llevándose objetos a la boca o chocando con cosas que hay a su alrededor sin hacer ademán de que les duele. Es por esto que muchas veces los niños y niñas se pueden ver irritados con las risas fuertes o los gritos de otros niños, con ciertas texturas como la de yogurt o el calcetín que se le puso en la mañana o con ciertas luces brillantes o colores específicos como las luces de la escuela o el color amarillo.
Es importante recalcar que todos podemos tener preferencias sensoriales, y no necesariamente dificultades sensoriales. Por ejemplo, a algunas personas les molesta tomar una ducha con el agua muy caliente, mientras que a otras esto las relaja; o a algunas personas les desagrada la textura de algunas comidas como el flan, la sémola o los camarones.
Entonces, ¿qué podemos hacer cuando un niño o niña presenta una evidente dificultad sensorial?
Algunas de las recomendaciones generales son reducir y disminuir los estímulos distractores del ambiente como ruidos de televisión, celular u objetos que puedan desconcentrar mientras se realiza una actividad. También se puede tener separado el espacio de juego del de estudio, manteniendo el ambiente adecuado y organizado con materiales o herramientas justas para utilizar. Otro factor a considerar es una buena temperatura e iluminación y la distancia que tienen los pies en relación al suelo, entre otros.
Comments